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Luigi Pirandello dramaturgo siciliano de Agrigento
Novelliere, dramaturgo, tuvo, en 1934, el reconocimiento mundial de su gran arte con la concesi�n del Premio Nobel de Literatura. Ense�� durante muchos a�os en la escuela media. Mientras tanto, escribi� muchas novelas y algunas novelas que se leyeron con gran inter�s. Pero el teatro, es decir, la fuente de su fama mundial, lleg� cuando ya era anterior a los a�os. Sus obras tienen su propia estructura, con situaciones en las que no es f�cil dar una soluci�n: tribulaciones y espasmos agonizantes del esp�ritu; Dramas que dan pensamiento y no recreacion. La colecci�n de novelas, novelas y dramas de nuestro ilustre artista es una de las obras m�s hermosas de la literatura italiana moderna.
(Girgenti, Agrigento naci� el 28/06/1867 y falleci� en Roma el 10/12/1936)
Soy el hijo del Caos y no aleg�ricamente, sino en la verdadera realidad "(Fragment d'autobiography, 1893).
"... Una noche de junio ca� como una luci�rnaga bajo un gran pino solitario en una campa�a de olivos sarracenos frente a los bordes de una meseta de arcilla azul sobre el mar africano... Por un susto que hab�a de esta gran mor�a, mi madre me puso en el mundo antes del tiempo esperado, en ese pa�s solitario y lejano donde se hab�a refugiado. Mi t�o se fue con una peque�a linterna en sus manos para esa campa�a en busca de una campesina que ayud� a mi madre a ponerme al mundo... Recogido en el campo, mi nacimiento fue marcado en los registros de la peque�a ciudad ubicada en la colina... Confieso que de todas estas cosas no he hecho todav�a ni estoy seguro de que nunca tendr� idea "- Fue el 28 de junio de 1867. El distrito en el que la familia de Stefano Pirandello y Caterina Ricci Gramitto (residente en Agrigento, entonces llamada Girgenti) se hab�a refugiado para escapar del c�lera que se desat� ese a�o en Sicilia se llam� "C�vusu", Caos.
Escritor, dramaturgo y narrador. Formado en el entorno siciliano, asisti� a la Universidad de Roma. represent�
Grabar en las escenas la incapacidad del hombre para identificarse con su personalidad, en el drama de la b�squeda de una verdad m�s all� de las convenciones y las apariencias. Uno de los m�s grandes dramaturgos del siglo XX. Aunque su fortuna cr�tica siempre ha sido muy controvertida (especialmente en Italia), es uno de los pocos escritores contempor�neos que ha logrado ganar fama internacional gracias al n�mero extraordinario de compa��as que presentan dramas en muchos pa�ses del mundo. Tambi�n para Pirandello, como para el contempor�neo Svevo, es la definici�n de un escritor aislado, dif�cil de forzar en los esquemas de un movimiento literario espec�fico.
La singularidad de este autor se debe, en parte, a los eventos a menudo problem�ticos de su vida, que ayudaron a guiarlo desde las primeras obras a una reflexi�n sobre la existencia, sobre el papel del hombre en la sociedad y sobre el destino que le espera, para alcanzarla. para concluir, con una especie de desapego, que no es posible encontrar ninguna soluci�n positiva a la crisis que involucre e interrumpa a los individuos, el tejido social, las instituciones. Intelectual que rechaza el papel positivo y activo en el que creen otros hombres de la cultura de principios del siglo XX, en su pesimismo radical Pirandello se reserva solo la tarea de un observador l�cido y penetrante, un testigo atento y consciente de la crisis en la que se debate su era. y captura de forma aguda la despersonalizaci�n y la alienaci�n del hombre moderno, sin creer en la posibilidad concreta de cambio o redenci�n.
En la vida y su flujo eterno, Pirandello percibe desorden, aleatoriedad y caos por un lado, y por otro percibe desintegraci�n y fragmentaci�n. Estos elementos, sin embargo, no se detienen en la realidad externa: incluso el individuo, dentro de ella, carece de unidad y compacidad, se desintegra y se desintegra en fragmentos incoherentes. Sin embargo, seg�n el escritor, cada uno de nosotros tiende a arreglarse y ponerse r�gido en una forma que le gustar�a presentarse como unitaria, org�nica y compacta. Adem�s, todos los que nos observan, nos atribuyen una forma diferente de aquella en que nos reconocemos a nosotros mismos; adem�s, incluso la sociedad, con sus reglas e instituciones, nos impone una "m�scara". Como resultado, todos tienden a deformar la realidad de acuerdo con la visi�n personal del mundo, y la imagen de cada uno cambia con el cambio de perspectiva. Solo la hipocres�a de las instituciones, ideolog�as y reglas que el propio hombre ha dado a estos fragmentos se unen en una apariencia, detr�s de la cual, sin embargo, la vida es imparable. El hombre, a pesar de sus esfuerzos, no puede penetrar hasta el final en el laberinto de las apariencias, ni saber lo que est� contenido en aquellas formas de las que es responsable, sino tambi�n un prisionero; Es por eso que lucha, impotente, en su trampa, y se ve obligado a sufrir aquellas leyes que siente falsas, pero que representan.